Por Magdalena Okhuysen
El filme Niños del cielo es una finísima construcción que permite entender y explicar la vigencia de los elementos narrativos tradicionales, además de funcionar muy bien como recurso didáctico para ilustrar en clase la estructura tradicional del cuento.
Ha sido un lugar común –todavía lo es en algunos casos– definir el cuento a partir de su estructura, como si sólo existiera una forma de narrar. A “dogmatismos” de este tipo han reaccionado las tendencias de vanguardia, planteando estructuras ambiguas de textos que en su momento presentaron la dificultad aparente de responder de manera adecuada y/o puntual a las características preestablecidas de algún género o subgénero de la narrativa; como si el propósito perseguido por estos planteamientos no fuera la evidencia absurda de esa dificultad apriorística. ¿Cómo calificar de cuento algo que no tiene inicio? O ¿cómo calificar de cuento algo que no tiene nudo? O ¿qué decir de algo que no tiene desenlace?
De cualquier manera, la tendencia tradicional de construir historias siguiendo la fórmula de inicio, desarrollo, nudo y desenlace nos da todavía ejemplares narrativos extraordinarios, y esto seguirá sucediendo siempre que haya un buen escritor decidido a probar su eficacia.
Elementos estructurales
La narrativa se distingue por esa voz que va construyendo el relato y que es la que da nombre al género; en esta película de Majid Majidi, la voz del narrador se transforma en la cámara casi omnisciente que nos lleva a los fragmentos relevantes de la historia con que se articulará esta ficción.
Si analizamos la estructura de la película, es decir, su estrategia narrativa, veremos con qué puntualidad responde a esa disposición de inicio, desarrollo, nudo y desenlace. Pero veremos, sobre todo, que el manejo del tono de la historia y de la secuencia escénica presenta rasgos de revaloración de estos elementos estructurales que ofrecen a los alumnos una perspectiva muy clara de lo que es la narrativa como estrategia. Incluso, podríamos hacer una sinopsis de esta película guiándonos por sus elementos estructurales.
Inicio
Vemos unas manos reparando un zapato de cuero viejo que requiere de una aguja curva y un perforador; la fotografía de esta primera escena atiende con detalle esta labor cuidadosa. Terminada la costura, el zapatero le entrega el par reparado de zapatos a un niño que lo espera pacientemente y que paga por el trabajo de reparación. Desde esta primera escena, el objeto principal, encuadrado atentamente por la cámara, es el zapato rosado. Después, ligeramente, la situación de la historia progresa y nos damos cuenta de que el niño está cumpliendo con menesteres caseros: lo han mandado ‘a hacer el mandado’, así que después de recoger los zapatos va por el pan, y finalmente por las verduras. Pero el par de zapatos que fue enfocado desde el principio detonará toda la historia, pues Alí, el niño protagonista, regresa a su casa sin ellos, y es que mientras escogía unas papas en la tienda de verduras, un hombre encargado de recoger la basura se lleva, por error, la bolsa que Alí había dejado afuera sobre unas cajas y que contenía los zapatos. El niño no se da cuenta, por supuesto, y termina con las compras; le pide también al tendero un nuevo plazo para el crédito que ya tienen saturado en la tienda y sale. Así, al paso, nos damos cuenta de la difícil situación económica de la familia de Alí, quien recoge el paquete de pan y busca la bolsa con los zapatos; los busca entre las cajas donde los había puesto cuando llegó... ¿cómo?, ¿no están?, ¡qué raro! Y como no aparecen, empieza a desesperarse por encontrarlos, así que empuja con fuerza y muchas de las cajas que remueve se caen con todo y las frutas y verduras que exhiben; el tendero sale furioso a decirle que se vaya. Él sale corriendo y cuando llega a su casa se encuentra con su hermana, Zahra, que lo espera ansiosamente, pues quiere reestrenar su par rosado de zapatos; los necesita, además, para ir a la escuela. Alí le dice que no los lleva, que los ha perdido. Se trata de una noticia horrible para la niña, pues no tiene otro par de zapatos para salir a la calle. ¿Qué va a hacer ahora? Alí y Zahra se encuentran de pronto frente a un grave conflicto.
Éste es el inicio; han sido suficientes cuatro o cinco escenas que corren en no más de quince minutos para plantear el problema. Esta familia es muy pobre; a Alí le angustia profunda y genuinamente dar a su padre esa noticia de los zapatos perdidos, no están en su casa las cosas para eso: la madre está enferma, acaba casi de nacer un tercer hermanito, tienen deudas con el tendero, con el casero, con todo el mundo. El escenario de esta angustia infantil está planteado y construido con exacta nitidez, y nos presenta, además, el delicado trazo psicológico de un niño que despierta a la conciencia de esta problemática familiar con una sensibilidad muy aguda.
Desarrollo
Una vez que se ha definido el problema, o el conflicto, el desarrollo de la película se concentra en seguir el curso de ese planteamiento.
Los hermanos llegan a un acuerdo: ya que es imposible dar a sus padres esa noticia, se turnarán los tenis de Alí para cubrir las horas de la escuela; Zahra va en la mañana y corre de regreso a casa para que Alí corra a su vez y pueda llegar a tiempo al turno escolar de la tarde; pero Alí, por más rápido que corre, nunca consigue llegar puntual. Se establece esta nueva rutina de los niños y se extiende indefinidamente, pues no sabemos con exactitud cuántos días pasan así. Dentro de este acontecer rutinario vemos eventos extraordinarios que llenan de matices el transcurso de la historia, es decir, el desarrollo está inserto en una monotonía aparente, pero el director sabe muy bien que ninguna rutina es monótona del todo, de manera que atenderemos también las dificultades impuestas a nuestros héroes por el impredecible curso del devenir.
Así se desarrolla la historia, y parecería que este ejercicio de correr, llegar, cambiarse los zapatos por las sandalias caseras, etcétera, podría prolongarse indefinidamente si no fuera porque el asunto preocupa a Alí profundamente. Alí es un niño con iniciativa, de espíritu más o menos ligero (de repente sus angustias lo atormentan demasiado), es propositivo y alegre, jovial; es un niño, pues, y de gente como él “será el reino de los cielos...” Tiene además un fuerte sentido de la solidaridad que vemos consolidarse en la película al tiempo que se alimenta de gratitud con el apoyo incondicional, solidario también, que recibe de su hermana.
Nudo Decíamos que la historia podría concentrarse indefinidamente en esta intermitencia de correr, llegar y correr. Sin embargo, la teoría del cuento nos dice que el nudo es un elemento narrativo y estructural a través del cual el autor plantea una nueva pauta para que la narración gire en su curso temporal y eventual. Así que en una escena que lleva la misma secuencia a la que ya nos hemos acostumbrado, vemos a Alí llegar a la escuela una vez más, pero en esta ocasión, y en contra de la costumbre, hay una gran algarabía en el patio. Les avisan a los niños que habrá una carrera y que todas las escuelas de la zona están invitadas a participar; así que lanzan la convocatoria para inscribirse a las pruebas eliminatorias que den como resultado cinco, máximo seis seleccionados. Envuelto por su problemática familiar, Alí olvida inscribirse a esas pruebas, pero cuando ve el cartel que anuncia los premios para los tres primeros lugares, decide que es indispensable participar, pues el primer lugar tiene como premio equipo deportivo y tres semanas en un campamento, el segundo lugar, algo así como material escolar y deportivo más dos semanas en el campamento, y el tercer lugar, unas zapatillas deportivas y una semana en el campamento. Atrapado por una especie de vahído o por esa ansiedad que de repente describimos por medio de la curiosa metáfora que nos hace sentir “mariposas en la panza”, Alí voltea y rodea sigilosamente con la mirada la multitud bulliciosa de compañeros que se entusiasman con los premios, y una vez más posa la vista en el único renglón que le interesa, como para comprobar que de verdad ahí dice: “un par de zapatillas deportivas”; hasta parece que el niño tragara saliva. Tiene que hablar con el entrenador. “Sí, pasa”, le dice él mientras guarda cosas en su locker. “No, es imposible, ya tenemos a los seleccionados”, es la respuesta que escucha Alí a su petición de participar. Entonces el niño cede al arrebato de la angustia: “Prometo ganar”, le dice al hombre una y otra vez, “prometo ganar, señor”, y vemos el rostro sonrojado y consternado del buen hombre, que definitivamente no entiende de qué se tratan esas lágrimas súbitas de Alí. Pero en la siguiente escena lo vemos sonreírle al cronómetro, y voltear alternativamente para seguir con asombro el paso firme e implacable de los pasos acelerados de Alí, lo que nos anuncia que el niño no sólo cumple, sino que rebasa las expectativas de velocidad promedio. Alí está en el equipo. Corre muy contento de regreso a su casa y le da a Zahra la noticia: ganaré el tercer lugar. “Y ¿qué pasará si no ganas?” Alí está seguro, ni siquiera se plantea la posibilidad de no ganar el tercero. “Pero de cualquier manera”, dice Zahra, “son zapatillas deportivas para hombre.” “No importa”, dice Alí muy confiado, “las cambiaré por zapatos de niña”.
La siguiente escena nos lleva a un lugar inusitado en la historia; la carrera será en un bosque, y el recorrido es largo, muy largo. Definitivamente, el nudo ha dado a la narración un giro que nos cambia no sólo la secuencia narrativa, sino también el escenario. Ahora, la historia no se centra ya en el conflicto, sino en el desenlace: ¿ganará Alí el tercer lugar en la carrera? ¿Logrará llevar victorioso el par de zapatillas deportivas a su hermana? No perdemos detalle; la escena de la carrera es bastante dinámica. Para empezar, la camioneta de la escuela llega con retraso a la sede de la competencia; el maestro les entrega a los niños la camiseta del uniforme; Alí se la pone y mientras se la acomoda, voltea y contempla lo que lo rodea; está nervioso, ve a sus contrincantes. Pum, pum… pum, pum… casi podemos oír su corazón impulsado briosamente por un derrame de adrenalina. ¿Qué pasará ahora? Y la carrera arranca…
Desenlace
El final no necesita comentario; es el final y, en mi opinión, un nuevo giro delicado, que luye nuestras expectativas sin romperlas. Un buen final, incluso diría que es excelente, y un epílogo lleno de sugerencias. ¿Por qué Niños del cielo?
Más allá de lo que ves Esta sinopsis atiende solamente la columna vertebral de la película; hay muchos otros elementos que no se describen porque se reservan como sorpresas. Sin embargo, hay un rasgo muy interesante en el tratamiento estructural de la cinta: se había dicho al principio que la película revalora los elementos narrativos tradicionales, así, el análisis de este replanteamiento representa un excelente ejercicio de discusión para la clase, pues en la historia no hay un nudo, sino dos, por lo mismo, el desenlace no va en una sola dirección; de manera que podemos hablar del epílogo de la película, una brevísima escena final, como un aspecto que se vuelca sobre el terreno especulativo de las sugerencias: ¿y si...?
Cuando el padre de Alí se siente ahorcado por las circunstancias económicas tan adversas, un amigo del templo le dice que le prestará su equipo de jardinería para que tenga la opción de un trabajo extra. Karim –así se llama el padre de Alí y Zahra– decide ir a una de las zonas residenciales de la ciudad para buscar un jardín que arreglar, y le dice a Alí que vaya con él. Allá van, en bicicleta. Llegan muy cansados, pues se ve que recorren una enorme distancia, la cual se pronuncia todavía más en la medida en que el escenario cambia abruptamente: de las calles angostas del barrio de Alí pasamos a las avenidas gigantescas y los pasos a desnivel propios de cualquier urbe moderna, o posmoderna (como sea). Éste es un detalle delicado de la película; sin apelar en ningún momento a patetismos groseros, el director mantiene durante casi una hora un ambiente muy pobre en un barrio viejo de la ciudad, y no se mueve de ahí hasta que lleva a sus personajes a los suburbios. El cambio es muy interesante, porque más que un cambio de escenario parece un cambio de época; Alí y su padre parecen extranjeros en aquella colonia de compatriotas. Se pone de manifiesto un contraste insólito de clases sociales sin ninguna connotación ajena a la narración que seguimos (el buen juicio del director de mantenerse al margen del pathos, para conservar su narración en el terreno de la ficción pura sin contaminarla del afán documentalista).
Este otro giro del relato es un nudo paralelo al del protagonista; el padre de Alí encontrará en la jardinería una salida a su dificultad económica. Así, en los dos cambios de escenario y de situación que presenta la historia, hay un vínculo estructural: un nudo para cada uno. El padre de Alí inicia el regreso a su casa con el ánimo renovado, y mientras manifiesta la enorme dicha que esta alternativa de trabajo le reporta, nos enteramos de las condiciones laborales de algunos ciudadanos iraníes, inhumanas y absurdas: la gente viviendo en condiciones miserables y sofocada por la necesidad y la falta de oportunidades.
Pero el manejo de todo esto es cuidadoso y pulcro; estas preocupaciones de los personajes no están en el centro mismo de la historia, sino en su periferia. Ciertamente, la pobreza y la angustia por el sustento son de una proximidad abrumadora, pero el planteamiento estructural del nudo nos deja entrever una postura del director: cualquier situación, por monótona y anclada que parezca, tiene un nudo, un punto de divergencia; es importante, desde la lógica ficcional, atender todas las circunstancias, pues son relevantes los puntos de inflexión a partir de los cuales es posible insertar alguna reconsideración que cambie el rumbo de los acontecimientos.
Es notable la sensibilidad de los alumnos al planteamiento tácito de estas situaciones, y es interesante hacer notar que a la estructura subyacen aspectos de naturaleza semántica que potencian su sentido una vez que se hace explícita la intención del narrador o la estrategia narrativa. Entonces vuelve a ser sugerente la reflexión sobre la elección del título. Durante la discusión en clase, alguno de los alumnos dijo, entre convencido y también con la clara intención de hacer una broma: “¿Por qué no se llama Las zapatillas?” Pero la misma dinámica de la narración los lleva a otras cuestiones, ya en el terreno del análisis, y entonces salen a flote aspectos de la entrelínea; otro alumno respondió a esa pregunta: “Si le hubieran puesto Las zapatillas, el título resumiría la trama, pero la película no se trata solamente de eso, ¿para qué hablar de la trama en el título si es lo que estás viendo? Con ese título, el director quiere que pienses más allá de lo que ves; quiere que pienses lo que quiere decir toda la historia”.
fuente: http://www.correodelmaestro.com/
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1 comentario:
la peli es muy buena y de hecho la peli es mas o menos como estan enla lectura la peli en muy triste
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