Haz lo correcto: las películas de Michael Haneke
(...) Código desconocido es visualmente anti-fragmentaria como el resto de sus films. Una cantidad de planos secuencias compuestos de movimientos laterales une a los personajes y sus historias en el espacio modulados por algunas tomas estáticas con un constante uso del fuera de campo. Los actores ya no están prisioneros, recluidos en un lugar como consecuencia de un encuadre fijo, sino más bien sujetos que están ansiosamente a la deriva en un mundo retratado por un constante movimiento horizontal -un movimiento que va de un país a otro, de una pertenencia social a otra, de la guerra a la paz, del campo a la ciudad, de un bienestar comparativo en el país de origen a una situación de mendicidad cuando se está en el extranjero, de la ficción a la realidad. El audaz plano secuencia que da el puntapié inicial al film parece contener todo lo aquí descrito en un microcosmos: una actriz, interpretada por Juliette Binoche, deja apresuradamente su domicilio. Tiene que ir a un ensayo. El hermano menor de su novio, este último se desempeña como corresponsal de guerra y se encuentra en el exterior, la detiene. Intentó entrar en el departamento, pero el código de la puerta era otro. Mientras caminan, él le dice que se ha escapado de la casa de campo de su padre, quien quiere que lo reemplace en las tareas rurales. Ella le dice que puede quedarse por esa noche, pero no por mucho tiempo. Le da las llaves del edificio y le dice que hablarán por la noche. Empieza a retornar al departamento y come algo en el trayecto. Ve una mujer inmigrante que pide limosna sentada en un pasillo y le arroja el envoltorio arrugado de sus panecillos en su falda. Un joven negro lo intercepta y le pide que se disculpe ante la mujer. Llega la policía. Cuando el hombre negro intenta explicar lo ocurrido los policías se lo llevan a él y a la pordiosera. El real agente del disturbio se escapa.
Todo lo recién descrito es capturado por una sola toma compuesta por dos movimientos horizontales en el mismo perímetro de la calle, uno a la derecha y otro a la izquierda. Que un perímetro tan simple de tiempo y espacio albergue tal magnitud de densidad en historias, problemas, diversidad racial y social, azar, elecciones, percepciones, preconceptos y prejuicios, y que todo ello sea representado con un interés imparcial es un indicativo de lo vertiginoso del film, de su singular concepción siempre abarcante de nuestro descentrado mundo contemporáneo. Código desconocido tiene la inmediatez de ver un bosquejo o mirar una instantánea de nuestro tiempo. Nada esta completamente unido; no hay conclusión alguna que se pueda finalmente predicar del film. Algunas decisiones se han tomado, otras no. La ciudad funciona como un test infinito, una constante detonación de decisiones acerca de cómo interactuar o no, si habrá uno de intervenir o no. Binoche interpreta a una actriz, pero pareciera ser que todos los personajes están intentando cambiar de rol, como el joven campesino que quiere mudarse a la ciudad o la mujer rumana, respetada y financieramente tranquila en su propio país, que sobrevive pidiendo y trabajando en su status de inmigrante ilegal. La incertidumbre es omnipresente y tal vez sea que para poder terminar con esta incertidumbre los personajes de Haneke estén buscando el código desconocido al que alude el título. Y es esa misma incertidumbre la que en verdad nos une: sea cual fuere nuestro status social o racial, todos estamos asustados.
Michael Haneke es mucho más que un gran director. Como Godard en Francia/Suiza, Kiarostami en Irán y Harmony Korime en los Estados Unidos, se trata de un director necesario, uno cuya ausencia supondría un grave daño a la ecología cinematográfica del mundo. Uno cuyo obra es una contraofensiva esencial a los dominantes dictámenes irreflexivos del cine centrado en Hollywood. Las películas de Haneke son importantes debido a que hablan sobre nuestra sociedad; porque diagnostican la recientes y frecuentes formas tecnológicas de parálisis espiritual y emocional que son ignoradas generalmente o tratadas indirectamente, al menos por el cine. Películas importantes pues tratan sobre el hombre moderno, sus problemas, sus miedos y su entorno -sus films intentan percibir el mundo como es hoy y mostrar ese “hoy” allende de toda impostura cómplice con la moda. Mucho más que pontificar sobre estos temas desde una barricada en la que el cine es una mera excusa, Haneke concibe específicamente una forma cinematográficamente apropiada para cada película suya, una que siempre deja la ambigüedad suficiente para que la audiencia pueda formular sus propias conclusiones. En efecto, no hay otro director en actividad que destile mayor fe en la inteligencia de su público. En este sentido, el cine de Haneke nunca puede ser acusado de pesimista -en relación con su espectador, su cine representa la comunicación humana en acción y, como tal, se contrapone a los síntomas de incomunicabilidad que sus películas diagnostican tan imperiosamente.
Maximilian Le Cain.
Fuente: Senses of Cinema, Mayo 2003. (Gentileza y Traducción: Roger Alan Koza http://ojos-abiertos.wordpress.com)
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